Cuando No Hay Razón para Dar Gracias
Puede haber ocasiones en que pensemos que no hay razones para agradecer a Dios. ¿Cómo podemos estar agradecidos dado lo que estamos viviendo? Experimentar dificultades en la vida puede llevarnos fácilmente a esta conclusión.
Una relación personal con Dios tendrá un gran impacto en cómo reaccionamos a los problemas. Sin embargo, incluso aquellos que están muy cerca de Dios a veces pueden perder la perspectiva.
Tomemos como ejemplo a Elías. Él sabía orar de forma tal que solía recibir una respuesta pronta y sobrenatural de parte de Dios. Sin embargo, cuando su vida estuvo en riesgo, simplemente huyó, se escondió e incluso oró para que su vida se terminara (1 Reyes 19:2-4). El hombre de oraciones poderosas de repente fue detenido por la depresión.
¿Puedes orar como Elías? Yo no puedo. Pero he permitido que las adversidades me hagan perder de vista quién es Dios; haciéndome olvidar lo que ha hecho en mi vida y sentir que no hay motivo para estar agradecido.
La depresión no fue el final de la vida de Elías. Dios no lo rechazó por eso, sino que continuó usándolo (v. 5-18). Aún más, fue llevado al cielo sin ver la muerte (2 Reyes 2:11). Supongo que esta es una buena razón para dar gracias.
¿Conquistó Elías porque era bueno orando? No, él conquistó porque le servía a un Dios poderoso.
Nuestra historia puede no parecerse a la de Elías, pero nuestro Dios es el mismo. La vida de Elías no terminó con sus temores, sino en la presencia de Dios. Lo mismo sucederá con los que confían en Dios. Cuando lleguemos allí, todo problema será olvidado, y solo gratitud brotará de nuestros corazones.
¿Por qué permitir que problemas fugaces dicten cómo nos sentimos? Nos dirigimos a la victoria: esa es una razón para estar agradecidos.
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