El Reino de los Cielos – Parte 4
Amar al prójimo es realmente importante. Es el segundo mandamiento más importante en la Biblia. Es tan importante que tenemos que cumplir con él si queremos heredar la vida eterna (véase la parte 3 de esta serie).
El ministerio de Jesús se define por el amor:
Porque de tal manera amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en Él no perezca, mas tenga vida eterna – Juan 3:16
Observe las palabras «todo aquel». Esto es cualquier persona. Incluye tu cónyuge, tus hijos, tus padres, tus amigos, y toda gente buena que conozcas. Pero también incluye a quienes no son tan buenos contigo. ¿Por qué?
Porque el Hijo del Hombre vino a salvar lo que se había perdido – Mateo 18:11
El sacrificio de Jesús no fue solamente para gente agradable. Incluye todos aquellos que todavía están perdidos (y no importa cuan «buenos» nosotros creemos que fuimos, en algún momento fuimos parte del grupo los ‘perdidos’). Piense en personas que no sean tan agradables. Haga una lista.
¿Terminó con la lista? Usted podría pensar que la gente en esta lista ya está descartada para el cielo. Pero …
¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y se descarría una de ellas, ¿no deja las noventa y nueve y va por los montes a buscar la que se había descarriado? Y si acontece que la encuentra, de cierto os digo que se regocija más por aquélla, que por las noventa y nueve que no se descarriaron. Así, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños. – Mateo 18:12-14
No fue nuestra sangre la que se derramó en la cruz, fue la sangre de Jesús, y Su voluntad es que todos los seres humanos puedan salvarse a través de la fe en Él. Él se preocupa por los que ya están salvados, pero Él no dejará de buscar a aquellos que no lo son. Él se preocupa por ellos. Su amor los cubre. Ellos también son nuestro prójimo. Son como el hombre que fue robado y dejado por muerto; ellos están perdidos y muriendo en necesidad. Habrá personas que pasen cerca de ellos y no hagan nada. Sin embargo, nosotros estamos llamados a ser los buenos samaritanos para estas personas. Estamos llamados a ser el pastor que busca sus ovejas extraviadas. No hemos sido llamados a derramar nuestra sangre. Jesús ya lo hizo. Sin embargo, estamos llamados a compartir El amor de Jesús con ellos.
Como cristianos vamos a ser «evaluados» por el amor:
Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros. – Juan 13:34-35
El amor es la única manera que otras personas nos identificarán como cristianos.
Sólo piensa en un mundo en el que todo el mundo sigue este mandamiento. Todo sería diferente. Este debe ser nuestro objetivo. Suena como una tarea difícil. Hagámoslo una vida a la vez. Al hacerlo, ayudaremos en el establecimiento del Reino de los Cielos aquí en la tierra.
En la parte siguiente de esta serie seguiremos discutiendo algunos de los principios del Reino de los Cielos.
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