¿Quien eres?
Las compañías están tratando de hacer que sus empleados se sientan que son parte de una familia y no un simple empleado. Sin embargo, no importa lo duro que trabaje y lo bien que hagas tu trabajo, si tratas de ir a la casa del presidente de la compañía, no te va a dejar entrar porque él no te conoce. Probablemente te pregunte «¿quién eres?«. Usted puede responder «He estado trabajando para su empresa durante muchos años, he trabajado las horas extras cuando ha sido necesario, he proporcionado valiosas ideas de mejora, e incluso he perdido eventos importantes de la familia con el fin de cumplir con fechas de vencimiento de la compañía», sin embargo estoy muy seguro de que él te dirá «Lo siento, pero yo no te conozco. No puedes entrar.»
Esto no sería una gran cosa, ya que ¿quién trabaja con la expectativa de visitar la casa de su jefe? Desafortunadamente, este es el caso de algunos cristianos.
Todos los creyentes reciben dones espirituales «a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo» (Efesios 4:12-13). Cada creyente tiene un trabajo que hacer en el reino de Dios, pero nuestro trabajo no es lo que nos va a dar entrada a el reino de Dios.
No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad. – Mateo 7:21-23
Sería muy triste que se nos negara entrada al reino de Dios después de vivir una vida «dedicada» a servir a Dios. Hacer tu trabajo no es lo que te permitirá entrada a la casa de tu jefe (el reino de Dios), sino más bien una relación personal con él. De hecho, el reino de Dios es la única organización donde sus «empleados» se supone que formen parte de la familia: como hijos de Dios (Juan 1:12). Como hijos, se espera que tengamos una relación con nuestro padre, así que cuando Jesús dice: «Nunca os conocí» (o, en otras palabras, «¿quién eres?«) él realmente esta implicando «puede ser que tu hayas hecho todas las cosas buenas que se espera que los creyentes hagan, pero a la vez fallastes en ser un hijo para tu Padre».
La salvación se hizo disponible para nosotros a causa del amor de Dios, entonces ¿por qué insistimos en hacer de ésta una experiencia religiosa en lugar de disfrutar los beneficios que se otorga sólo a los hijos de Dios? No debemos olvidar que la salvación es por fe, por lo que se nos concede la entrada a la casa de Dios por lo que Jesús hizo por nosotros y no por lo que nosotros hacemos por él.
No hay lugar para empleados desconocidos en la casa de Dios, pero hay un plenitud de lugar para Sus hijos. Así que sigue trabajando para el reino de Dios y asegúrate de que eres bien conocido en el cielo como Su hijo.
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