Triunfo viniendo de atras
A veces nos sentimos como si nuestras vidas fueran siempre parte del equipo perdedor. En el béisbol, cuando un equipo está continuamente perdiendo la primera opción es cambiar el dirigente. Lo mismo sucede en nuestras vidas: debemos dejar de tratar de dirigir nuestro equipo y permitir que Jesús tome esa responsabilidad.
Cuando Jesús estaba en la cruz parecía que no había esperanza, pero El estaba llevando a cabo su plan de juego. El resto del equipo estaba cometiendo error tras error (nuestros pecados), pero en lugar de culpar a sus jugadores, Jesús decidió asumir toda la responsabilidad (el sacrificio). En la parte baja de la novena entrada todos pensaban que sus posibilidades de ganar el juego estaban muertas. Sin embargo, de repente Jesús ejecutó una jugada sorpresa (su resurrección) que resultó en un triunfo viniendo de atrás.
- El otro equipo fue derrotado (la muerte).
- Todos los errores fueron olvidados (perdón).
- Jesús nos dio nuestra mayor victoria (vida eterna).
En el beisbol se dice “no se ha terminado hasta que se haya terminado.” Yo he visto un equipo de beisbol superarse de una desventaja de nueve carreras en la novena entrada para ganar el partido. Ganar viniendo de atrás en el último turno al bate es la forma más espectacular de ganar un juego de beisbol. Justo cuando creías que tu equipo iba a perder, los jugadores lograron conseguir la manera de ganar.
Puede que estés pasando por un momento sumamente difícil y sientas como que estás en tu último turno al bate. Pero déjame decirte que nada se considera como terminado si permites que Jesús venga a tu vida. El tiene un plan de juego para tu vida que va a tornar tu derrota en victoria.
Es tiempo para tu triunfo viniendo de atras.
Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. – Romanos 8:37
«¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?» El aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado es la ley. ¡Pero gracias a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo – 1 Corintios 15:55-57
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