Felicidad ahogada
El secreto de la infelicidad es vivir la vida en total independencia de Dios. Podríamos pensar que esto solo le puede pasar a un ateo o agnóstico, pero es algo que le puede ocurrir a un creyente.
Para evitar que esto nos suceda tenemos que reconocer aquellas cosas que afectan nuestra relación con Dios. Para esto no es necesaria mucha teología. Si queremos entender algún tema lo más indicado es ir lo más cercano a la fuente de la información, en este caso, la biblia, y aun más específico, las palabras de Jesús.
La parábola del sembrador nos ofrece una enseñanza clara acerca de las cosas que causan que no podamos aprovechar la palabra de Dios. Está claro de que el propósito de la semilla sembrada (la palabra) es dar fruto (Marcos 4:8). Esta parábola cubre varios casos en que la semilla no da su fruto, pero solo queremos ver el caso en que el resultado esta bajo nuestro control.
Estos son los que fueron sembrados entre espinos: los que oyen la palabra, pero los afanes de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias de otras cosas, entran y ahogan la palabra, y se hace infructuosa. – Marcos 4:16-19
Estos versículos nos presentan algunas situaciones que previenen que la palabra sembrada de su fruto:
- Los afanes
- El engaño de las riquezas
- Codicia
Si analizamos bien veremos que estas situaciones tienen su base en una vida vivida en independencia de Dios. Cuando nos independizamos de Dios, alcanzar las cosas que queremos se convierte en un afán, pues no nos conformamos con las cosas que realmente necesitamos, sino que estamos en una búsqueda constante de algo que llene el vacío de nuestras vidas. Intentamos llenar el vacío espiritual que produce la independencia de Dios con cosas materiales y riquezas. Todo esto tiene como resultado en que la palabra que hemos recibido se ahogue y no pueda dar su fruto.
Vivir la vida independientemente de Dios no es necesariamente una decisión, sino un proceso que ocurre poco a poco y del cual puede ser que no nos percatemos. Es por esto que es necesario que frecuentemente revaluemos como va nuestra relación con Dios y hagamos los ajustes necesarios.
No permitas que ninguna situación ahogue la oportunidad de vivir una vida fructífera y de felicidad.
yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia – Juan 10:10b
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