Poder
¿Quién no ha deseado tener poder? De una manera u otra en algún momento de nuestras vidas hemos deseado tener el poder o la autoridad para lograr que algo suceda de acuerdo a lo que esperamos. Es posible que cada uno tengamos diferentes ilustraciones acerca de lo que significa tener poder, pero de algo sí podemos estar seguro, no hay poder mayor que se pueda manifestar en la vida de una persona que el resucitar de los muertos. El poder por el cual Cristo fue resucitado de los muertos está disponible para nosotros.
Y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos … sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre … en este siglo, sino también en el venidero – Efesios 1:19-21
¿No es esto una gran noticia? Pues esto no queda ahí, pues en adición a poder Dios también tiene para nosotros esperanza y riquezas (Efesios 1:16-21). Con estas tres bendiciones, ¿qué más podemos desear?
Pero nos podemos preguntar, si estos beneficios están disponibles para nosotros, ¿por qué no los recibimos? ¿Por qué no los estamos disfrutando?
No ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él alumbrando los ojos de vuestro entendimiento – Efesios 1 16-18a
El secreto para alcanzar estos beneficios se encuentra en el conocimiento de nuestro Dios. Pero no se refiere a conocerle solo de nombre y de título, como decimos que conocemos a algunas personas, como por ejemplo al presidente. Este conocimiento incluye conocer su carácter, su forma de pensar, su forma de actuar y su voluntad. Es necesario conocerle así para poder saber cómo aprovechar la esperanza, las riquezas y el poder que Dios nos ofrece.
Solo hay una cosa que se interpone entre nosotros y la esperanza, las riquezas y el poder que Dios quiere para nosotros. Hagamos como Pablo y oremos al Padre para que nos dé “espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él”.
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