Tengo el poder
Desde pequeños reflejamos un deseo innato que nos impulsa a querer ganar en cualquier actividad en que estemos envueltos. Claro está, no siempre se gana, pero la forma en que reaccionamos cuando no ganamos va modificando en la medida que maduramos (al menos eso se espera). Sin embargo, hay algo que nos es difícil dejar atrás no importa la edad: querer tener el poder. Desde cosas sencillas como quien tiene el control del remoto del televisor hasta quien lleva la voz cantante en una discusión queremos ser quien tiene el poder.
El apóstol Pedro aprendió un secreto que resulta en recibir un poder que sería la envidia reyes y grandes conquistadores.
Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón… Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos. – Mateo 16:16-19
Vale aclarar que el reconocer a Jesús como Dios (reconocer que Jesús tiene todo el control sobre nuestras vidas) no nos hace dueños sino mayordomos. Este poder nos entrega las llaves del cielo, no sus escrituras. No entender esto nos puede llevar, como le sucedió a Pedro, de un elogio a una fuerte reprensión.
Comenzó Jesús a declarar … que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho … Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle, diciendo: Señor… en ninguna manera esto te acontezca. Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: ‘Quítate de delante de mí, Satanás’; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres. – Mateo 16:21-23
Tal parece que Pedro pensó que con el poder que recibió podía evitar que Jesús pasara por sufrimiento, lo cual a primera vista parece admirable. Solo había un gran problema: su razonamiento no estaba de acuerdo a la voluntad de Dios. Solo podemos utilizar el poder para atar o desatar de acuerdo a la voluntad de Dios. De lo contrario podríamos estar tratando de utilizar el poder de acuerdo a las maquinaciones de Satanás (no mis palabras, sino las de Jesús).
Si has confesado a Jesús y le has entregado el control de tu vida, tienes el poder y la autoridad para hacer cosas que repercuten en el reino de los cielos. Solo asegúrate de no poner tu mirada en el poder sino más bien en aquel quien otorga el poder.
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