El tiempo vuela
Es increíble como el tiempo aparenta desaparecer ante nosotros. Recuerdo que cuando niño un año parecía una eternidad. Sin embargo, en la medida que envejezco, da la impresión de que el tiempo vuela. Esto no es problema, siempre y cuando esté sacando el mayor provecho de mi tiempo. Desafortunadamente, sé que no es así.
Muchas veces dejo que mi cuerpo o mi mente dicten la utilización de mi tiempo. El cuerpo y la mente necesitan descanso, pero lo cierto es que a veces utilizo esto como excusa para sumergirme en un coma inducido mientras navego la internet o veo la televisión. No es malo pasar algo de tiempo relajándome en actividades como estas, pero no puedo dejar que estas me priven de utilizar mi tiempo en cosas que son mucho más importantes.
¿Cuánto tiempo le dedico a mi familia y amigos? ¿Estoy sacando el tiempo para enseñarle a mis hijos a ser personas de bien? ¿Qué tal el tiempo que le dedico a Dios? ¿De qué vale que invierta la mayor parte de mi tiempo en trabajo y descanso, si en el proceso pierdo el tiempo que se necesita para las cosas más importantes? Una inversión sin ganancia es una terrible inversión.
No puedo dejar que mi vida sea como la de aquel siervo que no supo invertir el talento que recibió de parte de su amo (Mateo 25:14-30). Dios no se equivoca. A cada uno nos ha dado talentos. Fui creado con un propósito y los talentos necesarios para alcanzarlo. Mis hijos necesitan de mí. Mi familia necesita de mí. Hay un mundo lleno de gente que necesita saber del amor de Dios. El tiempo vuela. No hay tiempo que perder.
¡Oh, Dios! Ayúdanos a desenterrar nuestros talentos y cumplir con tu propósito para nuestras vidas.
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