¿Por qué no?
No nos gusta que se nos diga que no podemos hacer lo que queremos. Son muchas las cosas por las cuales nos molestamos que nos digan “no”, pero la de mayor consecuencia se presenta en Génesis.
pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día que de él comas, ciertamente morirás. – Génesis 2:17
Este acto fue más que simplemente desobediencia. Esta violación representaba el rechazo del hombre hacia su creador: una rebelión abierta. Fue como decirle a Dios: “Me has dado todo, pero ya no quiero depender de ti. De ahora en adelante quiero vivir dirigido por mi propia sabiduría”.
La serpiente entendía claramente lo que estaba en juego: tratar de suplantar a Dios.
Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis. Pero Dios sabe que el día que comáis de él serán abiertos vuestros ojos y seréis como Dios, conocedores del bien y el mal. – Génesis 3:4-5
Este es el engaño de los engaños. ¿Quién puede ser como Dios? Podemos pretender ser como Dios, pero nunca pasará de ser una pretensión.
Cada vez que rechazamos la sabiduría de Dios volvemos a comer del fruto que causó nuestra expulsión del Edén. Solo Dios sabe lo que mejor le conviene a su creación. Solo Dios nos puede dar acceso al árbol de la vida.
¡Qué bueno que en su amor Dios nos ha devuelto, a través de su hijo Jesucristo, la oportunidad de regresar al estado de perfección para el cual fuimos creados!
He aprendido que el hacer mi voluntad solo trae satisfacción momentánea. Sin embargo, cuando me someto a la voluntad de Dios, aunque no me guste o no entienda, siempre resultará en el mejor desenlace.
No te dejes engañar. Un “no de parte de Dios es lo mejor que nos puede pasar.
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