Cultura de Inclusión
‘Cultura de Inclusión’ parecen ser de las palabras del momento. Escuchamos estas por parte de organizaciones, compañías, y medios noticiosos.
Buscando en diferentes artículos podemos concluir que una cultura de inclusión busca alcanzar la integración en medio de la diversidad que los miembros de una organización (o comunidad) puedan tener, con el propósito de que cada individuo pueda colaborar para lograr el potencial tanto individual como colectivo.
La idea suena fantástica, pero tiene una gran limitación: el ser humano se inclina a buscar prioritariamente, y en algunos casos exclusivamente, su bien personal. Tampoco podemos negar que la cultura individualista tiene un mayor atractivo.
¿Cuál es entonces la solución? No hay otra respuesta que no sea Dios. Esto puede parecer contradictorio para muchas personas que acusan a Dios de ser exclusivo, pero no hay nada mas lejos de la realidad.
En el momento en que el ser humano decide querer ser su propio Dios (una historia que se ha repetido constantemente para cada ser humano comenzando desde el jardín del Edén) tomamos la decisión de excluirnos de la presencia de Dios. No fue Dios quien nos excluyó sino nosotros mismos.
Sin embargo, Dios en su amor, desde entonces ha querido reintegrar en su reino a aquellos (tu y yo) que voluntariamente nos alienamos de Él.
Todos se apartaron, a una fueron hechos inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. – Romanos 3:12
No importa cuál sea la razón de nuestra separación, o cuan lejos nuestras acciones nos hayan llevado de Dios, Él quitó las barreras de separación a través de su hijo Jesucristo para incluirnos nuevamente en Su reino. Su propósito es que logremos el potencial que como creación a Su imagen podemos alcanzar. Solo se requiere colaborar con Él: Jesús con su sacrificio, nosotros con nuestra fe y el Padre con su perdón. Esto es una verdadera cultura de inclusión.
Porque la paga del pecado es muerte; pero el don de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro. – Romanos 6:23
Todos estábamos igualmente perdidos, pero todos hemos sido igualmente amados. ¿Qué mayor inclusión que amar con tal compromiso a aquellos que voluntariamente le rechazaron? No lo hay. Una oferta como esta no se puede rechazar.
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