Confiando en papá
Ser niños tiene sus ventajas. Cuando éramos niños no teníamos que preocuparnos por nada excepto por nuestros juegos. No teníamos que preocuparnos por lo que íbamos a comer, por lo que íbamos a vestir, por el pago de la casa, ni ninguna cosa como esta, pues nuestros padres se encargaban de suplir todas nuestras necesidades.
Cuando crecemos esto deja de ser una realidad, pues la responsabilidad que antes tenían nuestros padres ahora pasa a nosotros. Dejamos de depender de nuestros padres y comenzamos a depender de nosotros mismos; nos hacemos autosuficientes. Esto es ley de vida.
El problema es que la autosuficiencia muchas veces nos lleva al afán. Queremos tener control de todo, y cuando no lo logramos, esto conduce al estrés y enfermedades emocionales. Dios quiere que seamos responsables, pero no quiere que estemos afanados.
Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. – Filipenses 4:6-7
Esta es tremenda promesa, pero tengo que reconocer que para los que nos gusta tener control de todo no nos es fácil esperar y mucho menos recibir paz. Definitivamente era más fácil cuando éramos niños. Es por esto que Jesús dijo que tenemos que ser como niños.
De cierto os digo que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos – Mateo 18:3
Solo al confiar en Dios de la misma manera que los niños confían en sus padres podemos verdaderamente apropiarnos de las promesas que Dios nos da en Su palabra. Dios no quiere que seamos como niños en nuestra manera de pensar (1 Corintios 14:20), sino más bien que seamos como niños en el sentido de la relación y dependencia con sus padres. Esto lo vemos claramente en la oración modelo que Jesús nos dejó al enseñarnos que nos dirigiéramos a Dios no como «Dios nuestro», sino como «Padre nuestro» (nuestra relación). También lo vemos claramente cuando en la misma oración se nos enseña a pedir «danos hoy nuestro pan de cada día» (nuestra dependencia).
Aunque se espera que dejemos de ser dependientes de nuestros padres, nunca podemos dejar de depender de nuestro padre celestial. El mundo no es fácil, pero sabemos que pase lo que pase los hijos de Dios tienen la victoria asegurada.
En el mundo tendréis aflicción, pero confiad, yo he vencido al mundo. – Juan 16:33
Tenemos que decidir si queremos seguir viviendo nuestra vida a merced del estrés o si queremos vivirla confiando en nuestro padres celestial. Busquemos a Dios como los niños buscan a sus padres y aprendamos a depender de Él y Él se encargará de nosotros.
No os angustiéis, pues, diciendo: «¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?», porque los gentiles se angustian por todas estas cosas, pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas ellas. Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. – Mateo 6:31-33
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