¿Cómo van tus resoluciones de Año Nuevo?
Todos hacemos resoluciones de Año Nuevo. Es muy probable que en el transcurso del año vayamos dejando muchas de estas resoluciones en el olvido. Aun no ha terminado el primer mes del año, pero es posible que ya hayas descartado algunas de tus resoluciones.
La probabilidad de descartar una resolución es inversamente proporcional a la importancia que tal resolución tiene para nosotros. Por ejemplo, si la resolución es perder peso, la probabilidad de lograr tal meta no va a depender del deseo de perder peso, sino de la importancia de esta meta en nuestro orden de prioridades. Esto lo que determinará el esfuerzo que pondremos en conseguir tal meta.
Podemos tener muchas resoluciones, pero la más importante son aquellas que nos llevan a crecer espiritualmente. Podemos alcanzar metas en áreas como la profesional, la académica o la financiera, pero ninguna meta que logremos estaría completa si no crecemos espiritualmente. Lograr cualquier meta sin alcanzar la espiritual es como tratar de llenar de agua una jarra que tiene el fondo quebrado.
¿Cómo podemos crecer espiritualmente? No hay otra forma que por medio de una relación con Jesús; aquel a través del cual recibimos el Espíritu de Vida (Juan 14:16-17).
Con cada nuevo año queremos recibir cosas nuevas en nuestras vidas. Hay áreas de nuestro carácter, estilos de vidas, o comportamientos que queremos modificar o dejar atrás. Estos son exactamente los beneficios que recibimos en Jesús.
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. – 2 Corintios 5:17
A través de Jesús recibimos la certeza de la vida eterna, y como resultado, una nueva perspectiva acerca de la vida y de la muerte, acerca de los problemas, acerca de nuestra relación con las demás personas y acerca de lo que constituye la felicidad. Claro está, estos beneficios no se reciben instantáneamente, sino gradualmente. Es un esfuerzo continuo.
Muchos quieren alcanzar estos beneficios, pero no todos lo logran. La clave está en mantener una relación constante con Jesús. Es como las resoluciones de año nuevo, lograrlo depende no del deseo sino de la importancia que una relación con Jesús tiene en nuestro orden de prioridades.
¿Cuan importante es alcanzar estos beneficios para ti? Haz de tu relación con Jesús la resolución más importante de cada día.
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