Viviendo en la Tierra Prometida
El pueblo de Israel fue liberado de la esclavitud en Egipto con la promesa de ser llevados a la tierra prometida. El propósito de Dios no fue solamente la liberación física sino también la espiritual.
Porque tú eres pueblo santo para Jehová tu Dios; Jehová tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la tierra… por cuanto Jehová os amó – Deuteronomio 7:6-8
Por esta razón, antes de entrar a la tierra prometida Dios ordenó al pueblo a destruir todo aquello que pudiera apartarlos de Él.
… las destruirás del todo; no harás con ellas alianza, ni tendrás de ellas misericordia. Y no emparentarás con ellas… Porque desviará a tu hijo de en pos de mí, y servirán a dioses ajenos; y el furor de Jehová se encenderá sobre vosotros, y te destruirá pronto... – Deuteronomio 7:1-4
Estas instrucciones parecen fuertes, pero estas naciones no servían a Dios y representaban rebelión y pecado contra Él. El lugar que Dios quería para su pueblo no podía estar contaminado con las costumbres pecaminosas de las naciones que ellos habrían de conquistar, por lo cual no podían subsistir juntamente con el pueblo de Dios. Permitir lo contrario resultaría en el pueblo de Dios apartándose de Él, teniendo como consecuencia castigo en lugar de bendición.
El pueblo de Israel no obedeció el mandato de Dios, y permitió que algunas de esas naciones permanecieran en la tierra prometida. En otras palabras, le abrieron las puertas al pecado en la tierra prometida. El resultado fue que a la larga el pueblo conquistador fue conquistado por las costumbres pecaminosas de los pueblos conquistados.
El sacrificio de Jesús le abrió el camino a todas las naciones para reconciliarse con Su creador. A través del mismo todos tenemos la oportunidad de huir de las consecuencias del pecado y recibir la vida eterna. Sin embargo, tal y como Jesús predico, se requiere arrepentimiento para entrar al reino de los cielos.
Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado. – Mateo 4:17
El arrepentimiento requiere un cambio de dirección. Esto incluye rechazar todo aquello que nos pueda apartar de Dios. Recibir a Jesús y permitir el pecado en nuestras vidas es hacer lo mismo que hizo el pueblo de Israel. Puede ser que no comprendamos el porqué de todas las enseñanzas de la palabra de Dios, como quizás el pueblo de Israel no entendió las instrucciones que recibieron. Pero podemos estar seguros que lo que Dios pide en su palabra es para nuestro propio bien.
Estamos viviendo tiempos de disyuntiva espiritual. Si queremos la bendición de la vida eterna (la tierra prometida) tenemos que cuidarnos de no caer en la esclavitud del pecado.
Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras. – Mateo 16:26-27
La tierra prometida es para vivir en libertad, no en esclavitud.
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