Si eres…
La expectativa general de la gente es lograr una vida llena de felicidad y libre de problemas. Si buscamos la definición de felicidad podemos encontrar palabras como: satisfacción, gusto, contentamiento y alegría. Algunos intentan alcanzar esta meta a través de trabajo arduo para obtener un nivel de prosperidad con el cual puedan lograr un estilo de vida que les traiga felicidad. Lo cierto es que no importa cuán prósperos logremos ser, esto ni asegurará la felicidad, ni evita los problemas. Peor aún, puede ser que en la búsqueda de la felicidad algunos terminen logrando lo opuesto, sacrificando a sus familias y afectando su salud en el proceso.
Aun logrando alcanzar algún nivel de felicidad nos enfrentamos con la realidad de que nuestra posibilidad de disfrutarla se limita a los años que alcancemos vivir, y esto no sin problemas. Después de todo, “¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? (Marcos 8:36).
Otros tratan de alcanzar una vida llena de felicidad y libre de problemas en la palabra de Dios. Pero muchos también fallan en alcanzarla. ¿Por qué? Porque han creado una expectativa acerca de la felicidad que difiere de la definición bíblica.
Tratar de amoldar las enseñanzas de la biblia a nuestras propias definiciones es como tratar de moldear a Dios a nuestra imagen en lugar de nosotros amoldarnos a la imagen de Dios.
Si leemos las historias de los siervos de Dios a través de la biblia veremos que estos no estuvieron exentos de pruebas, sufrimientos, enfermedades, persecuciones y todo tipo de dificultades. Todos estos tenían promesas, pero estaban claros que las circunstancias difíciles que les rodeaban en nada reducían sus esperanzas de felicidad en Dios (ver Hebreos 11).
La felicidad bíblica no se limita a los conceptos terrenales. Esta no se mide por lo que podamos alcanzar, no se afecta por nuestros problemas, ni se limita a nuestros años de vida.
Otro concepto erróneo es creer que como hijos de Dios podemos ‘reclamar’ una vida feliz, y libre de problemas y enfermedades. El mismo Jesús pasó por hambre mientras era probado en el desierto. En medio de su prueba no usó la palabra para justificar un milagro para satisfacer su necesidad, sino que más bien la citó para glorificar a Dios en medio de su necesidad.
Entonces, ¿en que consta la felicidad bíblica? La felicidad no se alcanza al recibir las promesas que encontramos en la palabra de Dios, sino más bien al lograr una relación con el dador de esas promesas.
Los que esperan en Dios pueden tener gozo en las pruebas (Santiago 1:2, 2 Corintios 8:2), fortaleza en la debilidad (2 Corintios 12:10), satisfacción en la escasez (Filipenses 4:11), contentamiento con lo que tienen (1 Timoteo 6:6-8, Hebreos 13:5), herencia en la persecución (Mateo 5:10) y vida en la muerte (Juan 11:25).
Jesús fue tentado con el reto “…si eres Hijo de Dios”, pero obedeciendo la palabra demostró que verdaderamente él era el Hijo de Dios. “Si eres hijo de Dios” alcanzarás la felicidad aprendiendo a obedecer la palabra de la misma forma que lo hizo Jesús.
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