El fariseo en mí
Al escuchar acercas de los fariseos posiblemente los relacionas con personas malas. Y no es para menos, pues estamos claros de las diferencias que estos tuvieron con Jesús durante su ministerio.
Los líderes religiosos de Israel tenían un papel importante. El pueblo había sido llevado cautivo como consecuencia de la desobediencia a Dios. Era responsabilidad de estos líderes evitar que el pueblo regresara a la cautividad, mientras los dirigían en la búsqueda de Dios. Pero en su celo por cumplir esta responsabilidad perdieron su perspectiva enfocándose en el cumplimiento de reglas que evitaran que la gente “se apartara” de Dios, en lugar de enfocarse en ayudar al pueblo a acercarse a Dios.
Este sistema religioso “puso” a Dios fuera del alcance de aquellos que le necesitaban. Por esta razón Jesús los criticó duramente, pues El vino “buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10); aquellos mismos a quienes los líderes religiosos le cerraban las puertas.
Desafortunadamente a veces los creyentes hemos caído de una forma u otra en el mismo error de los fariseos. Nuestro celo por la palabra a veces nos ciega, no dejándonos ver el propósito de la misma.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. – Juan 3:16
Si bien es cierto que es necesario defender la palabra ante aquellos que se dicen ser cristianos pero no viven como tal, tampoco podemos olvidar nuestra responsabilidad de ir y hacer discípulos.
Os he escrito por carta, que no os juntéis con los fornicarios; no absolutamente con los fornicarios de este mundo, o con los avaros, o con los ladrones, o con los idólatras; pues en tal caso os sería necesario salir del mundo. Más bien os escribí que no os juntéis con ninguno que, llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón; con el tal ni aun comáis… – 1 Corintios 5:9-13
No seremos efectivos en predicar las buenas nuevas mientras proclamemos las enseñanzas de Jesús sin tomar en cuenta sus ejemplos.
y no tengo amor, nada soy – 1 Corintios 13:2
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